3/22/2016

Occidente y su pelea con el Islam

Aprovechando el acontecimiento de los atentados del ISIS en Bruselas, voy a ofrecer una opinión contrastada sobre las religiones y como condicionan la sociedad:

Las religiones forman parte de la culura tanto de occidente, como de oriente, no sería sensato prohibirlas, ya que estaríamos obstaculizando las libertades personales de derecho religioso.

No obstante, el fanatismo islámico, está haciendo mucho daño a Europa. La cuestión es pues: ¿Cómo condiciona a una persona la religión?

1. Primero cabe decir que el lugar en el que nacemos es dado y no escogido. Este término suele mencionarse como la lotería natural, que condiciona las posibilidades de riqueza, libertades, etc., en función del lugar donde hayas nacido. Por ejemplo, un Africano del Congo, por desgracia, lo más seguro es que esté abocado a la pobreza o en el mejor de los casos a emigrar. Son tan pobres que no pueden algunos de ellos ni tan siquiera emigrar, y recurren a tratos con mafias.

2. En segundo lugar, y unido a lo anterior, existe una lotería religiosa, que más o menos determina la religión de un individuo en función de su lugar de origen.

  • Con lo expuesto anteriormente, se deduce que aunque la sociedad y su sistema educativo condiciona al individuo, gran parte de la educación y perfil personal es otorgado por el lugar de donde procedes.
  •  Si bien, desde un punto de vista optimista, la sociedad puede tener un poder decisivo para el bien de una cultura, a pesar de sus raíces que pueden llevar al exterminio en atentados terroristas.

Como conclusión, cabe destacar que gracias a la posibilidad de recibir conocimientos y actitudes mediante un buen sistema educativo, como ocurre en Europa, se produce el avance en varias facetas del saber humano.

Lo anterior es evidente si comparamos el Estado Islámico con la cultura occidental, que sin caer en etnocentrismos, ha demostrado estar un paso adelante de la barbarie del yihadismo islámico. 
Finalizo escribiendo que hay que educar no para demostrar una superioridad, sino más bien compartirla, para convivir en armonia en un mundo multicultural que se aleje del etnocentrismo claro del islam, lo que nos situaría aun más en la vanguardia.