No creo en Dios ni en el destino,
no creo en el credo ni en el verbo,
ni en vanos vinos, ni falsos inquilinos,
ni siquiera en mí mismo
a causa de mi hastío.
Así que iros todos al precipicio,
excepto aquellos que me quieran,
que alguna vez me hayan querido,
que yo me quedo aquí aislado en un pino,
y con falsos amigos y cretinos.
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